El llanto de improductivas lágrimas secas, no alimenta miserias. No sirven para escapar de las redes de los señores que manejan el títere de las almas débilitadas por el ayuno de solidaridad colectiva.
Miremos con desprecio a los falsos triunfadores disfrazados con meritos ajenos y oportunidades robadas.
Metabolicemos sin usar los sentidos sordos, ciegos o indiferentes, los sueños rotos de un mundo de parias.
Alcemos la voz para despertar esas conciencias que ocultan bajo sus largas sotanas los predicadores de morales ajenas.
Reguemos las raices de las conductas útiles con la vitalidad que da una lágrima argumentada.
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